Jesus en un cruz de cemento en un cementerio

Un año más, por Bethmarie Pagán Atances

“Mami, perdón por pedirle a Dios que se llevara a Titi Koki si ella iba a estar mejor en el cielo. Perdóname por matarla”.

Por Bethmarie Pagán Atances

Salmos 41:1-3

Dichoso el que piensa en el débil;
el Señor lo librará en el día de la desgracia.
El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso en la tierra
y no lo entregará al capricho de sus adversarios.
El Señor lo confortará cuando esté enfermo;
lo alentará en el lecho del dolor…

                                             “Un Salmo para el corazón contriste y quebrantado”


Leí una memoria de Cindy Jiménez-Vera que decía: “La esperanza es audaz, se mete donde no la llaman”. ¿Quién es Esperanza? Nunca me fue a visitar.


Un Año Atrás

Hace un año atrás, me llamabas y preguntabas por mí.

Hace un año atrás, pude ver cómo tu sonrisa contagiaba a los demás y los hacías reír. 

Hace un año atrás, pude abrazarte y sentir tu hermoso cariño. 

Hace un año atrás, cuando te visitaba, me decías lo orgullosa que estabas de mí. 

Cuando pienso en ti, mi mente me traiciona y dice que estás trabajando feliz

y esperas mi llamada. 

Hace un año atrás, yo no pensaba así. 

Cayeron lágrimas y junto a ellas cayó la depresión.

Cayó la fe y cayó el dolor. 

Sé que vas a permanecer en mi corazón.

Ahora más que nunca, reconozco que no te vuelvo a ver, y si te llego a ver,

espero que sea en el cielo junto a Dios. 

Si pudiera, regresaría un año atrás y te diría lo mucho que te amo… 


Cubismo de alguien que ya no está

                                u n a ñ o m á s u n a ñ o m á s u n a ñ o 

                                                                            s

                                                                        á

                                                                   m

                                                              o

                                                        ñ

                                                  a

                                            n

                                      u

                                 s

                             á

                       m

                  o

            ñ

       a

  u n a ñ o m á s u n a ñ o m á s u n a ñ o m á s

                                                                                  y 

                                                                                           t e

                                                                       s i g o 

                                                                                               e x t r a ñ a n d o.  


Antes de La Gran Depresión Espiritual

     A los dieciséis años fue cuando sentí que mi corazón latía más que nunca y más fuerte que nunca. Me pareció extraño, cuando me levanté ese domingo en la mañana, que no estaba en la iglesia, ni mis padres me fueron a levantar para vestirme. Mis padres no estaban en casa. Mis padres estaban en Aguada experimentando sus propias depresiones. A las dos horas que pasaron luego de que me desperté, mi padre abrió la puerta de la casa con un vacío reflejado en sus ojos. Supe que había pasado algo malo. Supe que robaron algo de esta familia. 

—Titi Koki falleció esta madrugada y tenemos que ir para Aguada a ver a tu mamá. 

     Tres noches antes de La Gran Depresión Espiritual, le pedí al que me mira en el cielo que, si mi tía no iba a recuperarse de la enfermedad que la atrapaba aquí en la Tierra, que, si iba a estar mejor que nunca, la quitara de esta vida. Mientras veía a mi hermano colapsado en el suelo llorando y a mi padre tratando de ser fuerte para dos niños sin conocimiento de la muerte, lo único que pensé fue: “¿Qué fue lo que hice?”.


Demostremos respeto a nuestra querida Muerte

La Muerte no tiene el respeto que se merece,

te quita personas cuando menos lo esperas. 

Zoé Atances era una hermana y una tía llena de amor y de empatía,

tal vez la Muerte vio cosas que mis ojos no veían. 

Mis respetos hacia ti, querida Muerte, por llevarte lo que no era tuyo

y crear una depresión a través del mundo. 

Mis respetos, querida Muerte, por convertirme en la villana

de mi propio cuento y abandonarme, rechazarme y, sobre todo, castigarme. 


Durante La Gran Depresión Espiritual I

Nunca comprendí por qué el alcohol resulta ser la respuesta para filtrar el dolor. Eso fue lo que vi en uno de mis primos el día que mi tía falleció. 

Zoé Atances fue una hermana excelentísima, mi madre siendo la menor de las cuatro. Si estuviera antes en ese momento preciso viendo cómo mi primo mayor casi atropellaba a mi madre mientras estaba entrelazado con el alcohol y la tristeza que lo consumía, quizás ella le hubiera intercambiado su puesto, “la fallecida”, por la vida de él. 

Cuando mis padres, mi hermano, la hija de mi primo y yo nos fuimos de ese hogar lleno de rabia y pecados del mundo, las primeras palabras que salieron de mi boca fueron: 

—Mami, perdón por pedirle a Dios que se llevara a Titi Koki si ella iba a estar mejor en el cielo. Perdóname por matarla.


Lucha contra el Espíritu y la carne 

Los meses pasaron y mi carne estaba ganando

la batalla entre lo correcto y lo malo. 

Mentí, hablé mal, traté a personas incorrectamente 

y al final, le fallé a Dios sin ningún tipo de pena. 

La gran batalla entre el ser espiritual y ser normal 

me cruzaba el cuerpo cómo una ráfaga de balas que 

no llegaron a parar ni tenían un blanco fijo. 

Cuando pierda la lucha me avisan, total, no tengo 

nada que resistir, nadie a quien amar.


Me di cuenta 

Querida Titi Koki,

Titi, me di cuenta de que cuando te apartaste de este mundo cruel no ibas a verme lograr muchas cosas. Qué mucho habíamos discutido sobre verte gritar cuando me vieras graduarme de la escuela superior. Cuando querías que te contara del chico que agarró mi corazón. Nunca lo llegaste a conocer. Apenas lo estaba conociendo cuando te fuiste. No pudiste verme empezar la universidad, cuando me cambié de concentración para estudiar mi pasión. No pudiste ver cuando me rompieron el corazón por primera vez y nunca pude escuchar las amenazas que le ibas a decir a él. 

Titi, nunca te pude contar que ese mismo chico luchó por mi amor y nunca pude escuchar los relajos que le ibas a decir por ser un difunto en busca de alguien que valía más de lo que él imaginaba. Nunca pudiste verme derrumbarme y construir lo que tengo ahora. Cuando me case, te extrañaré; cuando tenga hijos, nombraré a mi hija en tu honor y, finalmente, cuando nos encontremos en el cielo lo primero que voy a querer es que me aprietes toda, que nunca me vuelvas a soltar.

                                                                                                 Con un amor sincero,

                                                                                                         Tu Googiestein…


Durante La Gran Depresión II

Hablando con mi psicóloga luego de cinco meses desde que la tormenta atravesó a mi familia, le dije que estaba en una etapa en que no sabía qué sentir. Un día me sentía bien, otro día me sentía enojada, otro día me sentía triste y otro día simplemente no sentía nada. Ni sabía si quería extrañarla. Cuando me preguntó cómo se estaba sintiendo mi madre durante la muerte de su hermana mayor, le dije que ella estaba haciendo lo mejor para tener las fuerzas de seguir siendo mi madre. 

Luego, me puse a pensar. Yo estaba sufriendo por la muerte de alguien que ha estado ahí para mí toda mi vida, pero mi madre perdió a su alma gemela. Mi madre perdió a un ser que nunca va a poder llamar para contarle cuando mi hermano saque excelentes notas en el colegio. No la va a poder ver cuando todas las hermanas se reúnen en su hogar de crianza. No va a poder ver a su mejor amiga por el simple gusto de verla.

Qué difícil es experimentar la muerte de una tía que en tu corta vida ha tenido un gran impacto, pero no te puedo contar lo grave que es ver que mi madre pierda a su alma gemela por causa de una pandemia global que nadie sabía cómo curar. Las enfermedades se pueden curar eventualmente, ¿la tristeza de una pérdida? Nunca habrá una cura, solo enfrentarlo día a día.


La Aceptación 

    La muerte acepta todo lo que le dicen,
se pone azul, fría, al final delira, llora,
casi no puede respirar, hiede y deja de existir.
Si eso no te da miedo, entonces ya has muerto. 

-Cindy Jiménez-Vera 

Jiménez-Vera se relaciona conmigo en cuestión de perder a un ser querido. Incluso, el pensar que algún día me tocará morir da miedo. Significa que yo estoy viva. Que todos, excepto ella, estamos vivos. 

Pero, después de la muerte de mi tía, empecé mi cuarto año en la escuela superior y nos mandaron a escribir sobre la pérdida de algo. Escribí sobre mi tía. Escribí sobre el duelo que combatí al saber que su presencia no estaba ya conmigo. 

Agradezco la pasión que tienen los profesores y los maestros por incomodarnos con tareas como estas que nos ponen a soltar lo que queremos enterrar en nuestros corazones. Después que escribí el poema, lo leí al frente de mis compañeros y lloré todo lo que estaba aguantando por un año, sentí que un gran peso en mi pecho se había ido. En mi interior, mi tía me dejó saber que ella estaba en un mejor lugar y que estaba gozando, viendo lo que soy y lo que he de ser. Ella sabe el puesto que tiene en mi corazón. 

Gracias, profesores y maestros, por inconscientemente dejarme saber que todo siempre estará bien. Gracias a mis padres, por ayudarme a sanar heridas que no causaron. Y finalmente, gracias a Dios por cuidar a mi tía y estar con ella en el lugar donde pronto la veré…

La.Corcheta
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