Foto de Enrique Infante tomada por Luis Laro Rodríguez Ortiz

Un 28 de Julio en Lima (Recuerdos y Peruanismos), por Enrique Infante

"Este es un homenaje que evita por un instante hablar de la violencia y la mala administración para abrazar la herencia que nos forjó".

Por Enrique Infante


En julio es invierno en el Perú, o al menos en Lima. Las vacaciones de medio año coinciden con las Fiestas Patrias, y es común que el 28 de julio —día central de la independencia proclamada por don José de San Martín en 1821— la gente te salude en la calle con un eufórico “¡Feliz 28!” (el más común), “felices fiestas” o simplemente “feliz día”. 

Crecí en una Lima donde el fervor patrio era físico y cotidiano. En mis años escolares, fui parte de la banda del colegio. Toqué el tambor, la tarola y el napoleón, para luego recibir el gran honor de portar el pabellón nacional como brigadier, o como parte de la Escolta del Colegio. Recuerdo las largas horas de ensayo para marchar con precisión militar en eventos como la famosa Parada Escolar en la Avenida Brasil y el Campo de Marte. El componente militar, por tradición, siempre estuvo muy presente; de hecho, estuve a resguardo como parte de la reserva nacional por el conflicto fronterizo de entonces con el hermano país de Ecuador. Cada peruano lleva, en el pecho, un distintivo patrio, comúnmente la escarapela blanquirroja.

Cada año, muy temprano, alrededor de las seis de la mañana, mi madre nos levantaba. El desayuno ya estaba listo: «quaker» —avena con azúcar rubia— y un pan que contenía mantequilla, mermelada o jamonada. El relleno dependía de lo que la economía y las tiendas-bodegas permitieran; eran tiempos difíciles de recesión y tensión político-social.

A pesar de las dificultades, el ambiente en las calles era una invitación a la celebración: el aroma, la gente contenta, los ambulantes empujando sus carretillas y buscando ubicación. Era la celebración de la libertad. Mi abuelita, entusiasta peruana de antaño, fue nuestra guía. Sin ella no habríamos conocido la capital: mañanas de pescado fresco en Chorrillos, tardes de playa en La Herradura, domingos en La Punta, largos paseos por la Alameda de los Descalzos en el Rímac, o las visitas a las imponentes iglesias coloniales durante la Semana Santa: La Merced, el convento de Santo Domingo, La Catedral, las Nazarenas y Santa Rosa de Lima.


Homenaje Ancestral

Pero el 28 de julio era, y sigue siendo, especial. El Perú es libre, y lo será siempre por la voluntad de sus pueblos. Este escrito busca enaltecer ese legado, el del imperio incaico y de todas las culturas precolombinas que lo anteceden. Este es un homenaje que evita por un instante hablar de la violencia y la mala administración para abrazar la herencia que nos forjó.

Mi homenaje ancestral reside en la memoria: un pueblo hecho de quinua, adobe, papa, llama, oro, algodón y sangre de lucha. Un país rico en muchos sentidos, que ha heredado al mundo una cantidad importante de talentos. Aquí algunos de ellos:

Escritores: El nobel de literatura, Mario Vargas Llosa; el indigenista José María Arguedas; el destacado poeta César Vallejo; Blanca Varela, el Inca Garcilaso de la Vega, Ricardo Palma, y Julio Ramón Ribeyro, entre muchos otros.

Músicos: Chabuca Granda, Susana Baca, Eva Ayllón, Gianmarco, Lucho Quequezana, El Zambo Cavero, Juan Diego Flórez, y Tony Succar.

Chefs: Gastón Acurio, Pía León y Virgilio Martínez.

Algunos peruanismos

Asumare: Asombro o sorpresa.

Bacán: Algo que está muy bueno (chévere).

Calato: Sin ropa / bebé.

Camote: Batata.

Chacra: Huerta o granja. También es estar mal vestido.

Chibolo / la: niño / niña.

Chifa: Comida fusión de la china con la peruana.

Choclo: Maíz / elote.

Combi: mini buses / guagüitas.

Grifo: Gasolinería.

Jato: Casa o quedarse dormido.

Palta: Aguacate / estar con vergüenza.

Pata / Causa / Choche: un amigo.

Piña: Tener mala suerte.

Roche: Con pena o vergüenza.

Las expresiones peruanas más parecidas a “la mancha de plátano” serían: “soy más peruano que la papa” (Más peruano que el mote, el camote, el ceviche, el pisco o el pan con chicharrón).

Un 28 de julio en los años ochenta, mi abuelita, mi mamá y mis hermanos estábamos compartiendo una mesa con todos los potajes imaginables. En ese recuerdo, que es el mismo de hoy, me sentí y me siento un ciudadano libre y lleno de amor patrio.


Enrique M. Infante Ángeles es estudiante del Programa Dual de Bachillerato y Maestría en Escritura Creativa y Literatura de la Universidad del Sagrado Corazón de Puerto Rico. Es músico, cantante, compositor, actor y escritor con una amplia trayectoria artística. Ha publicado varios álbumes, sencillos, libros y diversos artistas han grabado sus composiciones.

Foto de Enrique Infante tomada por Luis Laro Rodríguez Ortiz

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