Gaddiel F. Ruiz Rivera
¡Qué triste es una paloma
cantando al oscurecer!
¡Más triste es una mujer
andando de noche sola!
Qué triste vuela en la altura
con el sentir aturdido
buscando volver al nido
el ave que no asegura
hallar su cría; se jura
mover cuanto se desploma
del muro, cuanto se asoma
hasta encontrar a su niño
tan blanco como un armiño
¡Qué triste es una paloma!
Como un armiño, tan blancos
sus ojos huecos de cal
en la boca del chacal
se desangra en ambos flancos
y en un último derranco
la fiera vuelve a roer;
el can sionista es de arder
la palestina que tacha
y un soldado se emborracha
cantando al oscurecer.
La cárcel es la frontera,
frondosa lluvia es el fuego,
frontera y fuego es el juego
sediento del que lacera
la tumba rota en espera
de ver el cielo caer
en cantos; hoy como ayer
más hambre es una orfandad,
más sangre empapa un hijab,
más triste es una mujer.
Una mujer ahora abraza
los peces de la escasez
viendo al mar la última vez
y en el cielo una amenaza
junto a la ayuda se lanza,
embate como una ola;
pólvora al viento enarbola
himno de heridas punzantes
y una masa rutilante
andando de noche sola.