un carro guiando de noche y bajo lluvia

Escucha a Cora, por Yalimed Nanasi

"Se arrodillan frente al cadáver de Mia, al ver qué es lo que ella sostenía en la mano. Los policías se espantan al ver que lo que Mia tiene en su mano es su propio corazón".

Por Yalimed Nanasi


Inspirado en el cuento, 
«El Corazón Delatador» de
Edgar Allan Poe

Mia conduce para la casa de su mejor amiga, Eva, a las once de la noche. Necesita ir hacia allá para hacer algo que no le da tanto entusiasmo. Realmente, tiene nervios en tomar acción sobre su decisión con Eva. Mia siente sus manos temblar mientras conduce el auto, se limpia el sudor que ve en la frente por el espejo retrovisor, su vista se pone borrosa por el sentido de culpa que siente y su corazón acelera tanto que afecta su respiración. Mia se detiene frente una luz roja, eleva el nivel del aire acondicionado y se quita su chaqueta, todavía siente calor y dificultad al respirar. Sus manos siguen temblando, la vista se está empeorando y siente que su corazón pronto reventará. Nuevamente, se ve en el espejo; su cara, cabello y hasta su ropa están mojados por su propio sudor.

—Escúchame, te lo ruego —dice una voz. 

Mia suelta un pequeño grito al voltearse a los asientos traseros del auto. Se sorprende, pero rápidamente se alivia al ver que es su otra amiga, Cora.

—¿Cómo tú…? —Mia le responde sin saber que preguntarle exactamente. 

Mia no sabe cómo Cora ha entrado o siquiera cuánto tiempo lleva dentro del auto, porque cuando ella salió de su casa, estaba sola y el auto vacío. Mia solo mira a Cora, asombrada. 

—No importa cómo y cuánto he estado aquí, ¡vuelve a tu casa, esto es ridículo! —exige Cora.

—¡Ay como siempre Cora, haciendo las cosas difíciles! —crítica Mindy, la tercera amiga de Mia.

Mia se sorprende al ver a Mindy aquí también, sentada al lado de Cora. 

—¡Nosotras sabemos que Mia debe hacer eso! —insiste Mindy. 

—¡Mírala! —señala Cora a Mindy—. ¡Ella no puede hacerlo, ni debe!

—¡Está así por tu culpa Cora! —discute Mindy—. Créeme, estamos haciendo lo correcto —asegura a Mia—, ¿realmente quieres seguir viendo esa cosa?

Mia se espanta al escuchar la bocina del otro auto que está detrás de ella. Se voltea a volver a conducir y pasa la luz verde. Mientras conduce, vuelve a mirar a su espejo, sus dos amigas desaparecieron. Ya es la medianoche, y Mia al fin llega a la casa de Eva. 

Mia se sale de su auto y camina hacia la puerta, recoge la llave duplicada bajo el felpudo que ha utilizado durante las siete noches que ha venido para intentar de cumplir el mismo propósito. Mia abre la puerta sigilosamente mientras se echa un vistazo a la casa oscura y solitaria. Por costumbre, sabe que Eva está dormida, y más al escuchar sus ronquidos. Mia modifica la iluminación de la linterna de su celular, suficiente para ver, pero no tanto que atraiga sospechas. Mia camina por el pasillo y al llegar al final, Mia se vuelve a encontrar con Mindy y Cora. Nuevamente, Mia las miran sorprendidas y confusas en cómo sus otras dos amigas aparecieron frente a ella de la nada. Mindy sonríe malvadamente, señalando a Mia con un dedo para que entre al dormitorio. Mia aún se siente un poco reticente en hacerlo, especialmente al ver la cara fría y decepcionada de Cora. No obstante, Mia entra al dormitorio de Eva. 

Mia abre la puerta del dormitorio. Aún con los chillidos de la bisagra, el sueño de Eva no es interrumpido, a solo seguir escuchando los ronquidos. Mia entra y aumenta un poco la luz de su celular y llega hacia la cama. Brilla la luz encima del parche que cubre el ojo derecho de Eva. Mia levanta el parche, y justo lo que esperaba, ese ojo espantoso está abierto. Eva tiene una condición nueva y extraña en el ojo derecho que causa que sea tan rojizo como si está ensangrentada e inflamado tan severamente que ni se puede cerrar. Sin embargo, para Mia es un asco, y más a Mindy, quien fue quien le dio la idea de matar a Eva. Por eso, Mia está aquí. A pesar de ser una idea irracional, para Mia es una solución. La gente, especialmente los niños, se burlaban de Eva, sin o con el parche puesto, también a Mia solo por asociarse con ella. Mindy le decía a Mia de siempre preocuparse por lo que muchos opinan de ella. Al fin, vino el momento para Mia matar a Eva.

—¡Hazlo ya! —susurra Mindy detrás de Mia. 

Mia agarra una orilla de la misma almohada que Eva está utilizando.

—¡No lo hagas! —ruega Cora detrás del otro lado de Mia.  

De repente, sus ganas en matar a Eva disminuyeron al sentir la aceleración de su corazón y Mia, nuevamente comienza a tener otro ataque de pánico. Mia aprieta las orillas de la almohada, para evitar que su pánico la abruma lo suficiente para acobardarse por la séptima vez. La aceleración cardiaca aumenta poco a poco, su respiración comienza a acortarse y siente los sudores salir en su frente a solo escuchar a sus dos amigas discutir sobre lo que Mia debe hacer con Eva. Mia intenta pensar por sí sola, pero las discusiones de ambas, el ronquido de Eva y el latido de su corazón, se escuchan más y más fuertes en su cabeza. Finalmente, Mia quita bruscamente la almohada por debajo de la cabeza de Eva. A ese instante, Eva despierta al sentirse chocada con el colchón y Mia presiona la almohada contra su cara. Eva intenta liberarse, pero Mia es demasiado fuerte. El cuerpo de Eva se mueve como un pez fuera del agua y sus gritos están ahogados por la almohada, pero eso no lo detenía en seguir intentando. Mia se esfuerza en sofocar a Eva con cada grito, escucha la animación de Mindy y suplicación de Cora, hasta que finalmente Eva muere. 

Mia se siente feliz y aliviada. Mindy la felicita, mientras que Cora la mira decepcionada. 

—Aún el trabajo no está terminado —señala Mindy—. Ahora tenemos que evitar que haya alguna sospecha. 

—¿Cómo? —responde Mia. 

—Sencillo, ¡vamos a descuartizarla! —expresa Mindy con una emoción maniática. 

—¿¡Qué!? —expresa Cora su disgusto—, ¡Mindy, a la verdad que eres loca!

Mia empuja el cadáver de Eva hacia el piso, la cubre con la manta de la cama y la arrastra hasta llegar a la marquesina, donde hay un hacha. Mia deja el cadáver en el piso, le quita la manta y extiende las extremidades para que pueda hacer los cortes definidos. A Mia se le hizo difícil, pero pudo descuartizarla en seis pedazos con el hacha. Mia con cara, manos, ropas y zapatos manchados de sangre, vuelve al dormitorio, cargando los restos en la manta sobre su hombro como lo hace Papá Noel con los regalos. Mia se ha percatado de unas tablillas sueltas en el piso del dormitorio, las saca y sepultó los restos de Eva debajo de ellas.  

Mia se levanta y encuentra a Cora mirándola mal. Cora avergüenza a Mia tan severamente que logra abrumarse con el sentido de culpa al matar a Eva, su mejor amiga. Mia se pone lagrimosa, su corazón vuelve acelerarse y escucha los latidos cada vez más fuerte. Mindy vuelve a aparecer para defender a Mia, pero ella y Cora vuelven a discutir. Mia ya no puede más, las voces de sus dos amigas discutiendo, el sonido de sus latidos y fallo de respiración, ahora sus oídos se zumban y ve como si el dormitorio está volcándose, ya es demasiado para ella. Mia corre a la cocina y saca un cuchillo con una hoja larga y aguda. Mia vuelve al dormitorio con el cuchillo, abre un gabinete, saca un Notepad y un bolígrafo, y escribe algo. Luego, se voltea a ver a Mindy y Cora aun discutiendo hasta que Mia se apuñala en el pecho. Las tres amigas gritan por el dolor agonizante que se fortalece a cada vez que Mia profunde el arma. 

Mia colapsa al piso. Cora corre hacia ella y se detiene a su lado. Mia la agarra por el tobillo y arranca el cuchillo de su mismo pecho. De repente, Cora se ve que está pálida, bañada de sangre y siente cómo su respiración falla. Frente a sus ojos, Mindy desvanece como una fantasma y Mia muere con su pecho desaguado. Cora mira al reloj en la pared, indica que son las cuatro de la mañana y se percata de las luces rojas y azules intermitentes que alumbran por la ventana. Tres policías corren dentro del dormitorio con sus linternas eléctricas, horrorizados al ver a Cora enchumbada de sangre y parada frente al cadáver de Mia sosteniéndola por el tobillo. Cora señala a los policías lo que Mia escribió en el gabinete. Uno de los oficiales camina hacia el gabinete y coge el Notepad. 

Me llamo Mia —la policía lee el mensaje escrito a voz alta—, Debajo de mi cadáver, encontrarás mi crimen.  Las tres policías vuelven a mirar a Cora, pero ella se ha desvanecido. Se arrodillan frente al cadáver de Mia, al ver qué es lo que ella sostenía en la mano. Los policías se espantan al ver que lo que Mia tiene en su mano es su propio corazón.

La.Corcheta
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