Por Yalimed Nanasi
Inspirado en la leyenda, «La Garita del Diablo»
y el caso misterioso canadiense,
‘Salish Sea human foot discoveries’.
Ustedes quizá no saben, pero ¿sabían que el Castillo de San Cristóbal en nuestro bello Viejo San Juan, es también conocido como el “Castillo de los Demonios”? Seguramente, no. Sin embargo, suena interesante y nuevo. Juro por mi vida perdonada, que esto es un hecho cierto a pesar de lo muy oculto que es para todos los ciudadanos de Puerto Rico. ¿Saben por qué cierran el Castillo de San Cristóbal de noche? No porque es su tiempo de clausura o porque la gente ya está durmiendo en sus casas. Sino porque, muchas personas, al menos quienes pudieron escapar, juran que, en 2004, escucharon sonidos tenebrosos parecidos a gruñidos de varios animales carnívoros en todas las áreas de este lugar histórico. Los sobrevivientes declararon que tan pronto escucharon esos sonidos, sintieron un temblor fuerte como si de pronto el gran fortín fuese a colapsar. Durante el temblor, una neblina negra con pequeñas luces rojas intermitentes apareció de la nada, cubriendo el fortín lentamente. Al acercarse, se vieron muchas figuras sombrías monstruosas y rugientes con cuernos, colmillos y garras en los suelos y las paredes. Todos corrieron hacia la salida, pero solo algunos pudieron escapar a tiempo luego de que sus grandes puertas cerraron por si solas.
A la mañana siguiente, las autoridades del pueblo recibieron bastantes reportajes sobre el suceso. A pesar de ser escépticos, decidieron hacer la investigación. Notificaron al director de la compañía turísticas de Puerto Rico, quien tiene acceso a todas las localizaciones históricas, sobre las alegaciones y sobre que debe reunirse con ellos en el fortín. El director de la compañía dirigió a las autoridades a las puertas y las abrió con una llave maestra. Al entrar, todos estaban espantados al ver lo que encontraron… Parecía que sucedió una masacre. Por todo el fortín, sus suelos, paredes y hasta banderas, estaban llenos de sangre. En los suelos, también encontraron ropas rotas de los desaparecidos, asumiendo que aún permanecían vivos. No obstante, esa esperanza se desvaneció al descubrir una extremidad debajo de cada una de estas ropas enchumbadas de sangre. La mayoría era un brazo o pierna. Algunos, solo el torso, sin ninguna extremidad, ni siquiera cuello; y pocos, cabezas cuyas expresiones faciales demostraban lo horrorizados y torturados que se sintieron al morir. Todos estos detalles le parecieron muy familiar al director de la compañía turística, quien también era un historiador. Regresó a su oficina, dónde tenía un diario antiguo guardado dentro una vitrina cúbica con un candado en la orilla del cristal delantero. El director abrió el candado con la combinación y luego se puso unos guantes plásticos desechables para sacar y leerlo. Este diario perteneció a un soldado español en los siglos XVII, cuando surgió la leyenda de la Garita del Diablo. Según su diario, este soldado y algunos de sus compañeros, llegaron a San Cristóbal por la mañana para sus turnos en tomar los puestos de quienes lo vigilaron por la noche. Justamente como lo sospechaba, estos soldados y sus compañeros encontraron el fortín en esas mismas condiciones horrorosas.
También relata que el soldado desconocido corrió hacia la infame garita solitaria del fortín a ver, con mucha esperanza, si su mejor amigo, Sánchez, había sobrevivido. El soldado estaba aún más horrorizado al ver que esa garita estaba más sangrienta en comparación a las demás áreas de San Cristóbal. Enchumbada, desde su techo hasta el suelo, ni siquiera un área que revelara su hormigón. Incluso se veía un gran charco de sangre fresca saliéndose de ella. El soldado desconocido, caminó hacia la garita con pasos pequeños y lentos. Tenía tanto miedo de lo que podía encontrar que su cuerpo temblaba, hasta sintió sus piernas débiles como los primeros pasos de un bebé. Cuando llegó a la apertura, al solo ver su uniforme tirado encima de ese gran desagüe que cubría todo el piso, soltó un grito con pocas lágrimas. Las paredes y el techo también estaban salpicados de sangre. Mientras limpiaban toda la sangre en el fortín, descubrieron extremidades bajo los uniformes rotos y abandonados, mayormente brazos o piernas. El caso de Sánchez fue su cabeza cortada con cara de horror y dolor como si fuese torturado, junto a un objeto parecido a un colmillo grande, grueso y afilado. Luego de notificar a los familiares y amistades de los difuntos, circularon los rumores de estas muertes horrorosas y misteriosas en diferentes versiones, especialmente sobre el soldado Sánchez y esa maldita garita. Desde entonces, ningún otro soldado fue asignado a esa garita, al ser el área más peligrosa y letal del fortín.
El director de la compañía de turismo enseñó este diario a las autoridades, provocando que se tomara la decisión de informar sobre el asunto públicamente. Este estableció, sin explicar la razón, que el Castillo de San Cristóbal cerraría diariamente al público a las cinco de la tarde, cuando aún es de día. Los empleados deberán estar afuera del fortín no más antes de la puesta del sol. Desde entonces, no hubo ningún otro suceso ni reportajes, tampoco conversaciones al respecto… que supieran ellos.
En 2014, cuatro amigas: Hortensia, Marietta, Lisandra y María Isabel; decidieron ir al Castillo San Cristóbal y quedarse encerradas toda la noche a ver si la leyenda de la garita era verdad. Las amigas fueron al fortín una hora antes de su clausura Se quedaron escondidas hasta que no faltaba nadie más para cerrar, según la consciencia de otros. Las jóvenes se aseguraron de que no hubiese nadie más en el fortín, salieron de sus respectivos escondites y se encontraron en el área donde están las balas de cañones. Se abrazaron mientras saltaban en círculos como una pequeña celebración de haber podido lograr sus planes. Luego, se retrataron con el Polaroid que Hortensia siempre traía. Las otras tres, nunca entendieron porque Hortensia lo llevaba y utilizaba mucho, hasta se burlaban un poco de ella al respecto. Sin embargo, les gustaban tirar fotos con esa cámara y después fastidiar a Hortensia en no utilizar su celular para tomar fotos. Hortensia guardó la foto en un álbum de fotos que también siempre lleva dentro su mochila rosada. Las cuatro caminaron juntas por todo el fortín y nada les sucedió hasta que anocheció.
Las amigas jangueaban dentro de esos espacios vacíos justamente al lado de la entrada, cuando de repente, sintieron el gran temblor que sacudía el fortín entero. Se asustaron aún más cuando vieron oscuridad total por la ventana, como si el Viejo San Juan hubiese desaparecido y se reemplazara con una gran pared negra. Lo único que podían ver eran las luces rojas intermitentes que brillaban por todos lados, acompañadas con esa neblina negra dirigiéndose hacia ellas. Adicionalmente, las jóvenes escucharon los rugidos tenebrosos y vieron un brazo peludo y grande con garras negras saliendo de la neblina. Las amigas gritaron y salieron corriendo de ese lugar.
Inmediatamente, corrieron hacia el túnel que llevaba hacia el otro lado del fortín, pero salió un monstruo alto, jorobado y peludo con garras, ojos rojos y hasta pezones como pies. Agarró a María Isabel por la cintura, arrancó su cabeza con una mordida y la escupió, frente a sus tres amigas aterrorizadas. Las demás, entonces corrieron a la dirección opuesta. Hortensia y Marietta corrieron por el área principal, pero Lisandra, la más lenta de todas, estaba muy lejos de ellas. Otro monstruo peludo con cuernos, músculos y una melena como de un caballo, derrumbó las puertas del gift shop que lo encerraba y brincó encima de Lisandra. Hortensia y Marietta se detuvieron y voltearon a ver a Lisandra siendo alzada y mordida en el hombro por este otro monstruo. Lisandra gritó y lloró por el dolor hasta que se desmayó justamente cuando el monstruo arrancó su brazo. Horrorizadas, Hortensia y Marietta subieron a la gran rampa que se dirigía a lo más alto del fortín, pero al llegar, estaban rodeadas de muchos monstruos diferentes, pero igualmente tenebrosos.
Hortensia y Marietta no sabían qué hacer en esta situación. Se abrazaron y miraron hacia arriba; uno de esos monstruos era más alto que los demás con mucha saliva saliendo por la boca. Unas cuantas gotas cayeron en la cara de Marietta. Se repugnó tanto que gritó y dio unos pasos delanteros mientras se secaba la cara. Los demás monstruos la alzaron y la halaron por su cabeza y extremidades. Hortensia presenció esos demonios arrancando y comiendo cada parte del cuerpo de su amiga. Otros más se dirigían a ella, en ese momento, Hortensia se le ocurrió tomar fotos de estos monstruos. Tanto como ella esperaba, el flash los espantaba. Hortensia tomaba la cantidad de fotos necesarias, de modo que los demonios se movían para dejarla escapar.
Hortensia logró huir, pero los demonios la perseguían. Ella corrió por todo el fortín, pero más de ellos aparecían por todos lados hasta que tuvo el presentimiento de que ya no estaba siendo perseguida. Hortensia, misteriosamente, se encuentra frente de la garita infame del fortín. Sin pensar, entró a esa garita para esconderse. De repente, sintió un calor infernal y vio innumerables ojos rojos rodeándola. Una mano la alzó por la camisa, colgándola en el aire y sintió varias mordidas y arañazos dolorosos y profundos por todo su cuerpo, la ropa rompiéndose y la caída de su cámara.
Al día siguiente, Hortensia despertó rodeada de mucha gente mirándola con mucha preocupación. La encontraron ensangrentada y acostada en la acera frente al fortín con cinco arañazos por todo el torso y mordidas en su cuello, hombros y muslos. Adicionalmente, varias fotos de su Polaroid en sus manos, demostrando algunos de esos seres monstruosos y de ella misma siendo su comida.
¿Cómo sé todo esto? Porque yo soy Hortensia y todo lo que te conté sucedió a mí y a mis amigas hace diez años atrás.



