Por Tamara Camuy
Maricao, P.R.
1 de octubre de 2025
Querido, Colonizador:
(Querido solo por puro formalismo)
Tú siempre tuviste la intención de hacerme tuya. No podías resistir las ganas de quebrarme en el acto de tu conquista violenta. Llegaste, y quisiste escribir tu nombre sobre mi tierra, pero el sol no lo permitió. Así que resentido clavaste tu cruz de mentiras en mi pecho, y de esa herida brotan rebeliones. Cada rincón de mí: cada pueblo, cada bosque, cada río, cada baile, cada grito, y cada hijo(a) que llevo tejido(a) en mi piel representa mi nombre. Tú, invasor sin máscaras y sin destino, quisiste gobernarme, pero olvidaste que, aunque soy la más pequeña de mis hermanas, también soy la más desafiante.
El español, es mi resistencia. Es el arma que ha prevalecido a través de los tiempos y que hoy se ha transformado en mi escudo y espada. La punta de mi lengua está afilada con la lima de los campesinos que todavía defienden su identidad. ¿Sabes una cosa? tú no eres tan importante como te han hecho creer. Tú solo eres una página más en la historia que todos(as) aborrecen. Yo, por mi parte, soy la isla que escribe desde la resistencia. Soy la isla que no se puede conquistar. Yo soy Borikén, Puerto Rico, Isla del Encanto, Reina del Caribe y la cuna de todos(as) los(as) puertorriqueños(as).
Para ser honesta, nunca pensé en tu llegada, tampoco imaginé tu rostro de desdicha, poder y esclavitud. Tampoco pensé que cargaras con un cofre lleno de intenciones sombrías. Sin embargo, eso ya no importa porque no pudiste apagar el fuego de mis mares. No pudiste derrumbar mis montañas de sueños y tampoco pudiste detener mi lengua viva. Mi estimado colonizador, solo quería dirigirte esta carta para decirte que nunca fui tuya y que mi corazón siempre les ha pertenecido a los(as) revolucionarios(as). Mi nombre no ha cambiado, sigo siendo Borikén. Yo me llamo Puerto Rico Libre.
Sinceramente,
La isla que nunca pudiste tener
