una huelga

Mi mamá teme por mí, por Jetzabel Lyann

"" Ahora mi tiempo llegó para luchar la batalla, y mi mamá teme por mí".

Por Jetzabel Lyann


No siempre fue así. Crecí como el resto de nosotros: un poco pobre, pero sonriente. Así como la inocencia de la niñez cuando te hace ignorar lo que sufrirás en la Tierra. Trabajé duro dentro del sistema sirviendo a un gobierno que no me servía a mí ni a nuestro pueblo mientras nuestra isla siguió avanzando en años y retrocediendo en todo lo demás. Nos dijeron que sonriéramos sobre la desgracia, que nos pusiéramos a estudiar. Total, ¿quiénes éramos nosotros para hablar sobre un cambio? Si ni siquiera teníamos la edad para ir a protestar. Pero ¿acaso no fueron ustedes quienes empujaron nuestras cabezas hacia abajo cada vez que nosotros tratábamos de observar el humo? Ahora nuestra esperanza se quema, y lo único que tenemos a nuestro favor, es esa misma rebeldía que ustedes quieren apagar. 

Ahora que al fin podemos pararnos en nuestras propias piernas temblorosas, vemos lo que nos acecha. Que nacimos en una recesión, que nuestros gobernantes nos dirigen a nuestras tumbas, que la ayuda no llegó para aquellos que estaban atorados en la montaña luego del temporal. Que nuestros abuelos viven como rehenes del bipartidismo; que nuestras playas se privatizan cada vez más y que no hay nada que podamos hacer al respecto. Lo vemos claro: nuestra isla se está muriendo a manos de las mudas paredes de mármol del Capitolio. 

Recién empezamos a ser adultos y ahora nos gritan que arreglemos los problemas que crearon ustedes. El grado universitario que me dijiste que consiguiera, no me sirve de nada, porque el mercado libre que tanto aplaudes, no lo valora. Te burlas de que “los jóvenes son muy vagos para sacar adelante este país” desde la comodidad de tu casa y tu pensión mientras nosotros no podemos alquilar ni un estudio. Así que nos forzamos a sonreír frente a la desesperanza y después nos dices que “no nos tomamos nada en serio”. 

No te estoy pidiendo que te pongas en mis zapatos, pero al menos quítate el sombrero. Estoy harta de escuchar que mis hermanos y yo somos muy vagos y descuidados en comparación con nuestros padres. Estoy aburrida de escuchar que nunca pensamos las cosas cuando eso es lo único que hacemos: desvelarnos por las noches porque no podemos parar de pensar. 

Ustedes no nos enseñaron a soñar, nos enseñaron a obedecer. Tampoco nos enseñaron a pensar ni a cuestionar, nos toca aprender eso por nuestra cuenta. Si nos atrevemos a reírnos de nuestras desgracias, nos dicen que les estamos faltando el respeto. ¿Y ahora qué? Es el sistema que nos falla, no mi generación. Te sientes demasiado cansado para ir a la línea de batalla, pero suficientemente grande para hacer nuestro general y darnos órdenes desde tu privilegio. ¿Por quién estás luchando? ¿Por tus futuros líderes o tus presentes opresores? ¿Con quién tienes coraje? ¿Con mi generación que cuestiona el sistema o con la tuya que lo creó?

Ahora mi tiempo llegó para luchar la batalla, y mi mamá teme por mí. No tengo que ir, ninguno tenemos que hacerlo, pero ¿qué otra opción tenemos? Moriremos hoy por nuestras propias manos, o mañana a las manos de nuestros mercenarios electos. 

Yo también tengo miedo, mami. No quiero preocuparte, aunque sé que te vas a preocupar como quiera. No quiero ensuciarme las manos, pero no quiero ser hipócrita. No puedo decir que amo a mi isla y no gritar cuando veo que la violan. No puedo decir que amo a mi generación y no escupirle la cara a los que nos atan las manos y nos obligan a caer de rodillas. 

Mami, te prometo que voy a hacer lo más segura posible, pero no te prometo que escogeré el camino más seguro. Por favor, perdóname. Lamento que hayas parido una hija tan indócil y testaruda y que mis palabras sean tan crueles a veces. Discúlpame por haber escogido un camino que no te deja dormir por las noches; pero mami, a veces yo tampoco puedo dormir. Algunos dirán que esto es un error; yo creo que es la manera de recobrar mi sueño. Tampoco voy sola, tengo un par de rebeldes que vienen conmigo. Los que crecieron conmigo y los que se sumaron en el camino. Tal vez estamos caminando hacia un horno, pero tengo que creer que Dios nos puede sacar intactos, tal como tú me enseñaste cuando chiquita. A veces no sé quién soy y aún nos falta camino, pero considero que eso es una virtud, si hace que nos olvidemos de las cosas que nos harían no cualificados para cambiar el mundo. 

Sé que temes por mí, Mamá, y yo también, pero no podré dormir hasta que mi isla esté orgullosa de mí. 

La.Corcheta
La.Corcheta
Articles: 238