Por Ingen Nikoj
Sube el telón.
Un ataúd está en la parte derecha del escenario donde varias personas lloran sin hacer ningún tipo de sonido. En el lado izquierdo del escenario hay varias sillas acomodadas en diagonal con personas sentadas hablando entre sí. El monologuista está sentado en la última silla que está más cerca del público, observando su alrededor. Se percata del público y hace un “double take”, inclinándose hacia al frente como si fuese a contarles un secreto antes de comenzar a hablar.
¿Alguna vez han visto un cuerpo? (Pausa) No me refiero al cuerpo de alguien desnudo con quien decidiste tener sexo en un party donde los tragos están baratos y la música está muy alta. Si no un cuerpo slash cadáver, de esos que tienen la piel fría y parecen disecados. Pues ajá, de esos. Admito que cuando era pequeño siempre deseaba que la gente se muriera para poder ir a su funeral a comer quesito y tomar chocolate. Me llenaba la boca hasta que se me inflaran los cachetes mientras veía desde la distancia cómo la gente lloraba frente al ataúd. (Pausa. Diciendo que sí con la cabeza , labios en una línea recta). Nunca entendí porqué la gente le tiene miedo a la muerte. Todos los muertos se ven muy tranquilos. No tienes que pagar luz, ni agua, ni taxes que son utilizados en la milicia de un gobierno fascista; solo te disuelves en la tierra y no tienes que volver a pensar en si dejaste la estufa prendida. Diez de diez en mi opinión.
Se levanta de la silla para caminar hacia el ataúd, mirando por un momento al muerto. Se acerca al público.
(Dicho como si estuviese hablando de querer irse de viaje) Ay, yo siempre he querido morir. Desde los 7 tengo todo planeado: el dress code, la música, la urna, donde me van a tirar… Intenté acelerar el proceso como 17 veces, pero no se me dio. (Modelando como si estuviese hablando del peso) ¡Oye, pero que no se me nota! El que me ve ni sospecharía que casi me internan. Se llama piquete, bebecito, pa’ que sepas. (En modo de queja) Ay, morirse es bien difícil, gente. Bueno, con pastillas. Yo creo que las pistolas son más eficientes, pero eso es bien difícil conseguirlo en este país y yo pa’ eso no tengo puntería. Con mi suerte la bala me sale eñema.
Vuelve a sentarse en su silla, pensativo
Aunque yo creo que siempre he estado muerto. Yo creo que vine a vivir a los 21…cuando por fin salí de esa casa y pude darle cuerda a mis paterías…(Perdido en la memoria, tocando sus labios).
Brinca en la silla como volviendo a la realidad y se dirige hacia el público nuevamente
Aunque a los 17 me rompí una pata y el dolor na’ más me trajo a la vida, mira (chasqueando los dedos) de una, papi. (Pausa) Pero…vivir es extraño. Todo es mucho más colorido y ruidoso, y entonces te pasan estas cosas bien extrañas que se llaman “sentimientos” y no los puedes apagar. Horrible. Pero, pues, dicen que de eso se trata la vida. Yo le doy un…cinco de diez. Todavía no estoy seguro si me voy a quedar o me voy, porque vivir me cansa mucho, pero estoy dispuesto a intentarlo. Total, lo peor que puede pasar es que me muera. O que me den un matcha en vez de un chai.