Por N. Durán
Ese rasponcito que duele, que amarga e irrita mi voz.
Me falta azúcar, miel y, tal vez, un poco de amor.
Un té que cure los males y vuelva polvo este dolor.
Este dolor de garganta.
¿Por qué será? No es jengibre.
¿Qué será? ¿Es mi voz el problema?
La que callé hace tiempo atrás.
¿O es el carraspeo que grita y me aruña?
Debe salir.
¿Qué debe salir? El dolor debe salir,
la irritación debe salir.
Porque no es la garganta, no, este dolor va más allá.
Es una infección, infección en el alma que me amarga,
que ni el fuego la quema ni el agua la arrastra,
producto del malestar, el enojo y coraje que mi alma abarca.