Attiana Recio Juarbe
Este pasado 31 de agosto y 1 de septiembre se llevó a cabo la decimotercera edición de La Campechada, un evento que celebra la vida de los artistas puertorriqueños que han impactado nuestra cultura. La actividad se realiza cada año en los pueblos de los cuales estos artistas proceden. En este evento, celebramos nuestra cultura a través del arte, gastronomía, música, teatro y artesanía. Es uno que invita a la comunidad a reunirse de manera festiva para apreciar el talento local de Puerto Rico. El título La Campechada se origina del artista José Campeche, quien fue honrado en la primera edición de la Campechada en el 2011. Este año se celebró la vida de Victoria Espinosa, una de las figuras más importantes del teatro puertorriqueño quién falleció en el año 2019. Victoria fue reconocida por su trabajo como profesora, productora y directora de teatro.
Este año, la sede del evento fue entre la calle Del Parque y la avenida De Diego en Santurce. Cuatro tarimas fueron localizadas para el disfrute de los presentes. Participaron grandes artistas y grupos musicales como Sonora Ponceña, La Tribu de Abrante, Tamboricua, entre otros.
La Campechada tuvo muchas presentaciones artísticas, pero una que destacó fue la obra “Tormenta Platanera” por los estudiantes de teatro de la Universidad del Sagrado Corazón llamada . Esta obra fue escrita por Emilio S. Belaval, la cual toma lugar en la década de los 40. Para ese tiempo, la agricultura era una de nuestras principales fuentes de ingresos en Puerto Rico. La trama se basa en un huracán que pasa por la isla y arrasa con la cosecha de plátanos y guineos de un jíbaro.
Los estudiantes llevaron a cabo esta obra en la Avenida José de Diego, justo al frente del Museo de Arte de Puerto Rico. Hacer esta obra un éxito fue un verdadero reto ya que al realizarla al aire libre, los actores enfrentaron diversos obstáculos como ruidos, ausencia de micrófonos, inclemencias del tiempo y limitación de espacio escénico. A pesar de todo, hicieron una presentación admirable. Con el uso de vestuarios, material auditivo y expresiones corporales, pudimos conectar con la obra de tal manera que nos permitió trasladarnos al tiempo en el que la obra estaba siendo contada. Los efectos sonoros de truenos y vientos huracanados pintaban una escena clara que nos recordó lo que vivimos con el huracán María en septiembre del 2017, dándole un efecto contemporáneo a pesar de que fue escrita hace 78 años. La actuación de los estudiantes destacó el talento que se está desarrollando en Puerto Rico, especialmente a través del jíbaro puertorriqueño, el personaje principal de la obra.
La Campechada sigue creciendo y atrayendo a más personas cada año. Eventos como este no deben extinguirse en la isla porque son una parte esencial para preservar nuestra cultura y educar a las próximas generaciones. Esta actividad une a la comunidad, aporta a la economía local y enriquece nuestra cultura. Una de las características más destacadas de nosotros los puertorriqueños es que somos alegres. La Campechada no nos deja olvidar esto, por eso hay que seguir fomentando eventos culturales y demostrar que el talento y el arte de aquí no se puede despreciar, ya que siempre será una parte esencial de nuestra identidad.