Aurora Burgos
jueves, 7 de diciembre de 1989
Querido Sergio,
Estoy contando los días para volver a estar juntos los tres. Anastasia muere por estar entre tus brazos. Nuestra pequeña,que ya no es tan pequeña, cumpleaños en dos días. ¿Ya tienes su regalo? Recuerda que nos pidió ese osito que vimos en la tienda de cosas antiguas en el pueblo. Aún no entiendo por qué le encanta tanto ese osito, habiendo tantos juguetes prefiere un peluche viejo. No olvides que ella quiere su pastel de vainilla con el glaseado rosa.
Ayer en la tarde terminé de hacer su vestido, es blanco con un lazo rosa en el centro. Digno de nuestra princesa.Te extraña tanto, Sergio. El doctor me ha dicho en nuestra última consulta que pronto podemos regresar a casa. Este lugar es muy blanco, la comida no tiene sabor, el jardín no tiene color, solo flores muertas. Le he dicho que es muy importante que nos permita hacer la fiesta de cumpleaños de Anastasia; no todos los días se cumplen 6 años.
Solo ocúpate de su osito y su pastel, me encargaré de que la fiesta sea inolvidable.
Con amor,
Lucía
viernes, 8 de diciembre de 1989
Querido Sergio,
Mañana es el día. Estoy tan emocionada que siento que me volveré loca. Aún no has respondido a mis cartas, debe ser por el mal clima. Con tanta nieve, es difícil para los carteros trabajar. Me recuerda a tu piel: blanca y fría, pero tan hermosa. Sergio, amo tanto a nuestra familia que soy capaz de cometer cualquier locura por ustedes. Los quiero proteger del mundo, mantenerlos seguros y estáticos a mi lado. Desde que te conocí supe que quería una hija con tu sonrisa.
Debo confesarte algo: he dejado de tomarme las pastillas que las enfermeras me dan. Hacen que pierda la noción del tiempo. Todo se vuelve feo y sangriento. Nunca quisiera que Anastasia viera cosas tan horribles. Sería capaz de arrancar sus ojitos verdes y guardarlos para siempre, para que solo vean flores y nubes de color naranja y rosa. Existe mucho mal en este mundo, personas que les quieren hacer daño, Sergio. Pero, cariño mío, yo haré correr la sangre en las paredes con tal de que ustedes, mis dos tesoros, estén a salvo.
Debo irme. Las enfermeras vienen a mi habitación con más medicamentos. Pero tranquilo, nuestra hija está en el jardín y le he dejado la puerta abierta para que juegue un rato. No olvides su regalo ni el pastel. Te amo hasta el fin.
Con amor,
Lucía
lunes, 11 de diciembre de 1989
Querido Sergio,
He despertado con un terrible dolor de cabeza. Mi boca está seca, mis labios están partidos y puedo probar la sangre que sale de mis cortadas. Abrí los ojos y pensé que era el cumpleaños de Anastasia. Cuando el médico entró a mi habitación, le he preguntado qué día era. No sé qué pasó durante esos dos días que no te escribí. Estuve en una habitación diferente, era muy fría, no tenía ventanas. Me obligaron a tomar más medicamentos, decían que era para que enfrentara la realidad y aceptara las cosas.
Me decían cosas tan terribles sobre ti y Anastasia, decían que ustedes están muertos. Me preguntaban si recordaba lo que había sucedido hace un año. Les conté sobre el cumpleaños pasado de Anastasia, lo feliz que estaba cuando le dimos su osito, de cómo su pastel rosa tenía gotas de frambuesa. Pero ellos me dicen que no era frambuesa, que era tu sangre y la de Anastasia. No me hace sentido nada de lo que me dicen, ¡ustedes no están muertos! Yo no puedo escribirle cartas a un cadáver.
Jamás los mataría, ustedes son mi razón de vida. Bueno… solo lo haría si ustedes corrieran peligro, si esas personas malas vienen por ustedes. Ese sería el único sacrificio que haría, no puedo protegerlos de otra forma. Pero no, no es posible porque pronto saldré de aquí y estaremos juntos. Nunca me van a separar de ti, Sergio. Eres mío y Anastasia es nuestra, en especial sus ojitos verdes. Siempre estarán protegidos, lo prometo.
Con amor,
Lucía