Yamely Y. Vásquez Eusebio
Ricardo Sánchez estaba redactando su próxima obra literaria en el balcón de la casa. Después de unos minutos, decide descansar la vista y la mano para admirar las nubes. Escuchó entonces, unos pasos aproximándose y volteó la cabeza para descubrir que era su hermana menor, Leticia. Para Ricardo, su hermana, con su cabello corto, su piel cremosa y sus ojos oscuros, es el ser más hermoso. Todos los días, se sentaban a conversar sobre su vida y del pasado, desde las enemistades hasta los momentos más felices.
Franco, el esposo de Leticia, nunca se les unía a sus reuniones. Solo en una ocasión, Franco se mantuvo al lado de Leticia con su rostro pálido y delgado, casi enfermizo. A Ricardo le parecía chocante que su hermana no se percatara de su estado moribundo. Casi se atrevió a preguntar, pero decidió no entrometerse en matrimonio ajeno.
Dos días después, Leticia llegó vestida de negro y le contó a su hermano que su esposo había muerto por los pecados que había cometido. Ricardo miró sorprendido a Leticia y se dio cuenta de que su cuerpo estaba cubierto de cruces negras. Le preguntó a su hermana: “¿Qué son esas cruces negras?”, ella suspiró y dijo: “Hermano, estos son los pecados que cometió mi marido”.