Alondra Iris
Todos hemos sufrido y llorado. Todos hemos creído que el mundo se ha tornado en contra nuestra y que no tenemos la manera de saber enfrentarlo. Todos, en esos momentos, creíamos estar solos. Le clamamos a Dios preguntándonos “¿dónde está?, ¿por qué no evitó que yo pasara por esto? Si es tan poderoso como dicen las personas, ¿por qué el mundo es de esta manera?” Todos nos hemos hecho preguntas como estas, incluyéndome.
Quiero que entiendas una cosa, «Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos» (Efesios 1:4). Si sientes que nunca fuiste como los otros y que no viviste una vida «normal», es por esa razón. Pues si no hubieras pasado por esos procesos, si hubieras nacido perfecto, no necesitarías del Señor y no te rendirías a Él. Dios permitió que los corazones de los que te rodean se endurezcan, solo para mostrar su misericordia hacia ti (leer Romanos 11:28-32). Si el Señor deja que pases por esto, ¿en serio crees que te abandonará?
Dios conoce todo acerca de ti. Te ve y está contigo en todo momento, en donde sea que estés. Aun cuando piensas que estás lejos de su presencia. Él te ve cuando lloras en tu cama en la madrugada. Ve los pensamientos que tienes ahí. Solo. Él conoce a tu verdadero yo, el que eres ahora y el que Él quiere que seas, tu diseño real. Cuando tú no puedes comprender el porqué o cuando no puedes verlo, el Señor ya ha puesto su mano de bendición sobre tu cabeza (leer Salmo 1:39:1-6). Por eso Él declara «Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza» (Jeremías 29:11). También dice «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos, y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos» (Isaías 55:8-9). «Por encima de lo que pudieran imaginarse…«, aunque intentáramos, para nosotros es imposible comprender del todo el porqué de las cosas. Puedes preguntarle a Dios y decirle que te muestre, que te ayude a entender esta vida; y lo puede hacer, el Espíritu Santo te puede mostrar y puede poner en tu mente los pensamientos de Dios. Pero más allá de entender, fuimos llamados a seguirle. No siempre comprenderemos por qué sentimos esto, por qué Dios dejó que pasara por esto, por qué ahora que decido seguirlo me pasan estas cosas. Cuando esos pensamientos lleguen a tu mente, recuerda que el Señor nos regaló su paz, tanto en la mente como en el corazón. Para mantenernos en esta paz, cada vez que estés angustiado o tengas miedo, ora y entrégaselo a Dios. Dile lo que necesitas y luego da gracias (leer Juan 14:27 y Filipenses 4:6).
¿Cómo puedes dar gracias cuando las cosas de ayer no están resueltas hoy? Recordando que cada día que vive Dios los creó para que tú te alegres en Él, para que sepas que si todavía estás en esta tierra tienes un propósito (leer Salmo 1:18-24). Y aunque algunos días pasarás por aflicciones, Cristo ya las venció (Juan 16:33). Porque Dios te amó tanto en el principio que no quería que vivieras lejos de su presencia, por eso sacrificó a su hijo, volviéndolo maldición, para demostrar que Él es amor verdadero (Juan 3:16). El Señor solo quiere que elijas vivir en Amor, vivir en Él, pues si vives en Él, vivirá en ti (1 Juan 4:16), no se apartará de ti. No tienes que entender qué será de ti, al final iremos a la eternidad. Solo tienes que elegir que en medio de este mundo cambiante, su Palabra y sus promesas son para siempre (Mateo 24:35). La única esperanza que te resta es lo único certero. No temas. En su amor no hay temor, en Él no hay temor (1 Juan 4:18), así que no tengas miedo de acercarte por que Él te ama así, aunque estés roto y sucio.
No sé si entendiste mi punto con todo esto, pero Dios tiene más interés de que tú te enamores de Él y de mostrarse contigo, que de cualquier interés que tú puedes tener. Fuiste escogido, eres un hijo, eres una hija. Cuando le pidas que se muestre en tu vida, recuérdalo. Él no quiere que sufras, quiere que seas dichoso, y ¿qué mejor dicha de una eternidad asegurada a su lado?