Adriana Ramos Ubiles
Segunda Parte
Lia ha hecho un casting para un comercial contra el suicidio. Ahora está con Mike, un chico de la nueva pandilla que conoció al llegar a la universidad. Figura típica de un atleta de cabellos dorados y cuerpo escultural que jugaba fútbol americano. Un hombre en el que la Lia jamás se hubiera fijado a sus diecisiete. Luego tuvo un encuentro sexual con el tío de Thomas; Richard Collins, pero eso no es importante en estos momentos. Lia y Mike son la pareja que dicen no serlo pero lo son, aunque llevan meses diciendo que solo se están “conociendo”, todos saben que están juntos. Mike prácticamente vive en el apartamento de ella. Lia confiesa que jamás se había sentido tan feliz. Conocer a Mike ha sido lo mejor que le ha pasado Es todo un caballero, la hace sentir amada, protegida y cuidada.
Tiene su propio apartamento gracias a Christopher Collins, el papá de Thomas, que también es su jefe por el momento. Lia ya lleva meses en Boston y suele viajar a Atlanta a ver a sus padres cuando puede. Celebró navidades en su casa aunque no pudo llevar a Mike debido a su trabajo. Ahora está en su segundo semestre y le va de maravilla en la universidad. Fue aceptada para el papel y grabó el anuncio. Todos se emocionaron al verla en la televisión, Jon también la vio.
Lia va a viajar para pasar un fin de semana en casa de sus padres, dejando a su gata Cleo en manos de Mike que promete cuidarla. Llega de nuevo a Atlanta, a su comunidad donde parece no pasar el tiempo, como si permaneciera en un estado congelado y sin evolucionar. Hay un aumento de casas abandonadas y reducción de habitantes. Lia llega a su casa donde su madre la recibe con un cálido abrazo. Ella solo quiere descansar y se acuesta en su antigua cama, la cual aún tiene la misma colcha infantil que tenía dos años atrás. Al llegar, su mejor amiga, Miley decide invitarla a una revancha de tenis en la cancha donde solían ir en la tardes a jugar. Lia acepta. Saca el empolvado equipo de tenis y se dirige al parque, viendo como ahora está el doble de iluminado y con más jóvenes que antes. Mientras juegan, llegan los árbitros y como en los viejos tiempos empiezan un torneo versus los jóvenes del lugar. Lia le gana a Miley y luego deciden ver el otro juego desde las gradas. Esto les trae recuerdos de cómo solía ver a Jon jugar en la misma cancha con el mismo uniforme, cuando corría a ella en el parqueadero y celebraban la victoria con un beso. Lia se va en sus pensamientos mientras que Miley se despide, saluda a Jessica quien la invita para ir a la playa al día siguiente. Antes de marcharse busca de nuevo con la mirada y lo ve. Estaba sosteniendo en brazos a un niño de unos cuatro años y de la mano de la mujer a la cual presentó en la cena de graduación, Lili. Esto la hizo cuestionarse tantas cosas, ¿acaso el niño es suyo? ¿estará casado? ¿me engañó?, dejándola caer en un nuevo torbellino el cual ella detiene de inmediato y decide no pensar en eso.
Al día siguiente, las familias del vecindario se reúnen. Laura, quien es la tía de Thomas y Jessica, su pareja. Jessica es la chica con la cual Jon trató de darle celos, para que Lia lo dejara. Miley y Lia se van a tomar algo. Miley nota el silencio de Lia y le pregunta el porqué. Lia revela que es por él. – ¿Lia es en serio? ¿Estás drogada?No lo has visto desde hace dos años y de la nada vienes aquí y “puf” recuerdas que existe. Lia le revela que lo vio, lo vio sosteniendo a un niño entré brazos a lo que Miley cuestione que no importaba si tenía uno o cinco niños, ellos habían terminado hace mucho. No iba a permitirle arruinarse la vida por un hombre que de seguro ni piensa en ella después de haberla dejado. Ambas discuten, Miley porque trata de hacerla caer en razón mientras que Lia trata de mostrarle su punto de vista. Lia empieza a caminar sola y se va por una piña colada, al llegar y ordenar, algo golpeó su pie, una pequeña bola azul que le pertenece a un guapo niño, ella se la regresa y el chico le agradece. Luego escucha la voz de una mujer que ahora le sonríe y se presenta pensando que Lia no la reconoce pero ella sabe muy bien que es Lili, quien le dice un cumplido. Lia sonríe cuando escucha al niño decir -¡Tío Jon! -. Esto la calma un poco, y Lili rápidamente llama la atención de Jon y hace que venga a ver a la mujer que nunca pensó ver de nuevo – Lia. – dijo con una sonrisa dulce y con una mirada como si extrañara verla.
Lili le cuenta a Lia sobre la situación de Malcom, su sobrino, y porqué es que ella lo cuida. Mientras tanto observa a Jon quien carga a Malcom en sus hombros y sostiene la mano de Lili. Jon luce ahora recortado y afeitado con los mismos pantaloncillos que usaba cuando iba a la playa. La mamá de Lia llega y charla con ellos haciendo que ella lo mire aún más. En el camino Eve invita a la familia a ponerse al día, Jon deja al niño caminar mientras el niño se agarra de su dedo meñique. Lia piensa en lo buen papá que sería Jon. Álvaro y Jon se saludan como si fueran antiguos colegas, cuando en realidad hace años Álvaro quería destrozar a Jon a sangre fría. Jon narra cómo fue verla de nuevo: Entonces ahí estaba ella, ahora con el cabello corto, menos pecas, más pálida por el frío y con cierto sobrepeso. Bebiendo su piña colada mientras mastica el sorbete por ansiedad. – Jon pensó que estaba feliz de volverla a ver, pudo sentir cómo lo miraba aun estando de espaldas –. Probablemente está buscando signos de la edad, si me he puesto más feo, más gordo o canoso –, describe Jon a la ahora joven-adulta Lia. Jon comienza a pensar si acaso creyó que Malcom era su hijo, se la imaginaba volviéndose loca por no saber la verdad. Dice que se ve diferente, que ella se siente diferente. Lia decidió mantenerse alejada al llegar con el grupo de nuevo, mientras los adultos hablaban, ella tomó su libro y sus gafas de sol. Se sentó con su piña colada a mirar el horizonte mientras Jon la observaba desde lejos – Ella no es la Lia que conocí, la que yo conocía me hubiera recibido con una dulce sonrisa y un acogedor abrazo; hubiera caminado a mi lado mientras Lili y su mamá hablarían frente a nosotros. La Lia que conocí probablemente me hubiera tomado de la mano sin importar que nos vieran. Pero ya está mayor, ahora es madura, sabe que tiene que reprimir esos pensamientos al igual que yo.
Cuando Jon y Álvaro van por algo de beber, Álvaro le pide disculpas por el incidente de hace dos años, el incidente que casi les cuesta su matrimonio. Jon dice que no tiene que disculparse, él estuvo mal en lo que hizo pero Álvaro insiste, – Estábamos protegiendo a Lia, solo imagínate tener una hija y que ella te diga que un hombre está desnudo en su casa y ella ahí presente. Mi corazón se me fue a la garganta de tan solo pensarlo, por favor perdóname. Eres un hombre muy bueno, estas cuidado de un campeón y has salvado a muchos niños en tu trabajo. Tú y tu equipo han hecho una excelente labor al sacar a todos esos pervertidos de las calles, – le dice al hombre que ahora trabaja para los detectives y que han arrestado a más de veinte hombres en los pasados meses por abusó a menores, contacto con menores, violación y secuestro. Jon le dice que no es un trabajo fácil, hay noches en las que no duerme y claro, él no duerme porque en su subconsciente sabe que él mismo, estuvo con una menor.
Lia regresa a Boston, a los brazos cálidos de su novio, preguntándose si cometió un error al mudarse aquí y dejar todo atrás, que a veces desea volver a casa, dejar todo y trabajar en una cafetería por el resto de su vida.
Un día le tocó presentar en clases, frente a su grupo, una pieza que escribió:
Era joven y tímida, atrapada en una burbuja que no podía estallar. Era joven e inocente, no sabía lo que era un beso francés. Yo era joven y tonta, todos lo somos. Era joven, echo de menos ser joven, quedarme despierta hasta tarde por la noche, comer comida chatarra mientras veo películas o hablo con mi mejor amiga hasta las tres de la mañana. Era joven cuando besé a alguien por primera vez, era joven cuando él me puso las mano encima y me dijo que era todo lo que siempre quiso. Era joven, finalmente exploté la burbuja. Era libre, libre de descubrir el mundo, de aventurarme en el difícil camino de la vida. Nunca imaginé que terminaría de esta manera, me imagine cosas tan diferentes, pero supongo que fue lo mejor. Era joven y salvaje, finalmente descubrí las relaciones sexuales y me sentí increíble. Ya no era joven, estaba empezando a entender la verdad sobre la vida, cómo todo tenía consecuencias, ya sean buenas o malas. Ahora estaba creciendo, creciendo de esas piel y mente viejas, convirtiéndome en una persona más madura. Ahora era una joven adulta, y tuve que dejar a mi otra yo, en el pasado para comenzar en un nuevo lugar porque pensaba que era lo mejor, pero no lo pensé bien, esa otra yo volvió agarrándome por los tobillos y haciéndome pensar de nuevo en esa decisión. Ahora estaba confundida sobre si tomé la decisión correcta de venir aquí, de haber dejado tanto allá atrás. Incluso ahora me pregunto si debería dejar esto y volver a casa con mis padres, quedarme ahí para siempre y nunca pensar en esto por el resto de mi vida, tan solo para volver a estar junto al hombre que amé primero que a nadie, a quien me hizo sentir viva realmente; para encontrar un trabajo en alguna cafetería local y trabajar ahí por unas cuantas horas al día para luego volver a casa y vivir una vida aburrida. Pienso tanto en eso, que puedo decir que me he vuelto loca, que sigo siendo la misma antigua chica pubescente de hace años que vivía en una burbuja que nadie parecía hacer estallar, al menos no hasta que la persona adecuada vino después de mucho tiempo, y él no lo hizo estallar, simplemente se abrió camino hacia mí, y me llevó con él. Yo no supe si estuvo bien o si estuvo mal, pero no me importó, lo sentí bien, se sintió increíble. Me hizo sentir increíble. Lo echo de menos, echo de menos mi casa. Echo de menos ser joven de nuevo, ahora son solo cosas adultas, pronto estaré pagando la factura de la casa, las facturas del coche, haciéndome feliz porque compré un nuevo juego de sartenes, buscando precios bajos en la tienda, comprando en el pasillo de liquidación como solía hacer mamá. Deseo volver a ser joven, incluso si es por un día. Ahora tengo diez y nueve años pero siento que el próximo estaré caminando con un bastón, usando gafas de lectura y gritándole a los jóvenes para que dejen de ser tan imprudentes fuera de mi casa. Para mí se siente como si el tiempo pasara tan rápido, como un abrir y cerrar de ojos que cada segundo que pasa es un día, cada minuto una semana y cada hora un mes. Para mí, ser joven es la oportunidad de vivir la vida de la manera más imprudente, pero aún así divertida. Siempre echaré de menos ser joven.