Lola
Levantarme con tu voz
siempre fue una bendición.
Lo que daría por escucharla en un altavoz,
sonando una y otra canción.
Tan contagiosa siempre tu risa,
propagando felicidad a tus alrededores.
Tus cantos te convirtieron en poetiza,
siendo estas tus virtudes mayores.
Tus cálidos abrazos paralizaban el tiempo
y tus manos curaban cualquier percance.
Reírme contigo era el mejor pasatiempo,
con la vida siempre tuviste un romance.
No dejes de vivir,
ahora te olvidas de todos los dolores.
Nunca dejes de existir,
que ahora ves todos los colores.
Eras una reina en mis ojos;
ahora, cuando los cierro, te toco.
